Amanece en el Pacífico.

Pretendo que sea un diario, pero no puedo comprometerme. Siempre digo que, si de verdad quieres conocerme, es mejor que pruebes mi cocina. Pero si no te apetece, no te viene bien o no había hueco el día que querías, al menos puedes venir aquí a escucharme.

Estoy en Manila. Como ya sabes, nuestro proyecto Bolero avanza, intentamos que a buen ritmo, hacia una apertura más o menos inminente. O eso creo. Aquí también hay burocracia. De hecho, aunque nuestra primera visita a Filipinas fue en clave natural y aventurera, lo que quizá nos enamoró de este país fueron las miles de similitudes que le unen a España. No podía ser de otra forma, de la forma que aguantó el capitán De Las Morenas los chaparrones que le caían mientras el imperio se hundía, altivo, pero al fondo del mar de la historia.

El caso, y no me extiendo. Tengo muchas ganas de contaros avances más visuales de Bolero, aunque también tengo cosas que contaros sobre Kava, entre otras una pequeña reforma y un cambio en el menú. Pero para eso quiero estar en casa, y aún tiene que amanecer unas cuantas veces más por aquí.

Manila, Filipinas